miércoles, 25 de junio de 2014

Psicología clínica y psicología forense.

Definitivamente aún cuando las dos especialidades forman parte del marco conceptual de la Psicología. La psicología clínica y la forense no son iguales, aunque como aquella es mas antigua, algunos clínicos pensaron que, con la experiencia adquirida en ese campo, podían ser psicólogos forenses.

Pero al paso del tiempo y con la importancia que poco a poco la psicología forense ha ido adquiriendo, han salido a flote los contrastes entre una y otra.

En la actualidad un buen psicólogo clínico dista mucho de ser un buen psicólogo forense y viceversa.

Existen grandes diferencias en la metodología de una y otra especialidad.

Ya he mencionado en otra oportunidad la diferencia entre el paciente del clínico y el evaluado del forense. Primordialmente la voluntariedad de uno y otro.

Ahora toca mencionar el aspecto del TIEMPO disponible  en la terapia psicológica clínica y el tiempo  necesario en una evaluación psicológica forense.

Mientras el clínico realiza su terapia por sesiones semanales de 50 minutos en promedio. El psicólogo forense solo dispone de dos o tres sesiones generalmente consecutivas con una duración aproximada de tres o cuatro horas.

He visto dictámenes psicológicos realizados por psicólogos clínicos donde refieren haber invertido 150 minutos para una entrevista e incluso contabilizan el tiempo como tres sesiones. Cosa que, a mi parecer, resulta algo ocioso desde el ámbito forense.

Por otra parte. El especialista clínico considera como herramienta primordial la aplicación de pruebas psicológicas. Mientras que, en contraparte, algunos protocolos internacionales como el manual para la investigación eficaz de casos de tortura específica que no existen pruebas psicológicas adecuadas para analizar este tipo se problemática. En la intervención de los psicólogos en otros tipos de intervenciones tampoco es indispensable la aplicación de pruebas psicológicas. Y en algunos casos mas que un apoyo puede significar un lastre que dificulta la actividad pericial del psicólogo forense, específicamente en intervenciones de casos de violaciones a derechos humanos en donde se requiere actuar con prontitud a fin de proteger a la víctima.

Así entonces se debe hacer un replanteamiento de muchos manuales de psicología forense realizados por psicólogos clínicos, donde se aclare la necesidad o no de aplicar pruebas psicológicas.

Por otra parte, el psicólogo clínico no le da  la importancia debida a la revisión y análisis de fuentes documentales secundarias durante  el proceso terapéutico, como lo hace el forense con la revisión del expediente legal o jurídico.

Para el psicólogo forense muchas veces serán mas determinantes las fuentes de información del expediente que la aplicación misma de las pruebas psicológicas.

Por poner un ejemplo. Ninguna prueba psicológica arrojará indicios objetivos y reales de que un hombre ha sido el agresor sexual de una víctima como lo pueden hacer los indicios de semen encontrados en las prendas intimas de la víctima. Datos determinantes que el psicólogo forense puede hallar al revisar el dictamen de química o genética contenidos en el expediente legal.

Otra variable a considerar es el espacial, refiriéndose éste como el lugar donde se lleva a cabo la actividad profesional. Mientras el psicólogo clínico realiza la mayor parte de sus terapias en un consultorio con las condiciones mayormente controladas. El psicólogo forense por su parte realiza muchas de sus intervenciones en lugares que escapan de su control, como pueden ser estaciones de policía, agencias del ministerio público, fiscalías, cárceles y hospitales.

Finalmente, existen algunas cuestiones metodológicas muy importantes que marcan una diferencia entre el clínico y el forense.

Generalmente el objetivo del psicólogo clínico es analizar una problemática de su paciente, establecer un diagnóstico y un posible tratamiento y llevarlo a cabo hasta dar de alta al paciente.

Mientras el psicólogo forense va  responder a una pregunta de investigación o planteamiento del problema que le está solicitando una autoridad. Por lo que rara vez establece un tratamiento a seguir y nunca va a dar terapia a su evaluado.