viernes, 14 de agosto de 2009

Religión y Psicología Forense

Dentro de la Psicología Forense se debe estar preparado para todos los casos que se le puedan presentar a uno, así como es complejo el ser humano, así mismo pueden ser complejos los casos en los que uno debe participar.

Uno de los aspectos de mayor cuidado son los casos donde existe un aspecto religioso. Por lo tanto el perito psicólogo, debe también conocer un poco de las diversas religiones que existen en la sociedad.

En la experiencia profesional, he visto algunos casos donde las creencias religiosas han motivado denuncias que han derivado en averiguaciones previas en las que solicitan al perito en psicología forense.

En una de estas averiguaciones previas, una señora demandaba a un médico cirujano porque él se vio en la necesidad de realizarle una transfusión de sangre, sin su consentimiento, para evitar que esta falleciera durante una intervención quirúrgica. La señora pertenecía al grupo religioso de los Testigos de Jehová y una de las creencias muy arraigadas en esta comunidad religiosa es evitar a toda costa las trasfusiones de sangre pues consideran que esto es un pecado muy grave.

La señora afirmaba haber caído en un estado de depresión profunda debido a la trasfusión de sangre que le habían realizado y demandaba al médico que la intervino y a la institución donde fue operada por daño emocional y psicológico como consecuencia de la trasfusión sanguínea a la que fue sometida.

A través de la evaluación psicológica se concluyó que el estado depresivo de la señora se debía a la operación misma que le habían realizado (histerectomía)  y a su historia de vida. Pues se encontró en la revisión de la literatura que este tipo de operaciones genera estados depresivos en las mujeres, pues la operación estaba relacionada con un cáncer en la matriz y la extirpación de la misma y significaba que la señora nunca más podría embarazarse.

Otra denuncia estaba relacionada con una estudiante adolescente del nivel de secundaria, quien se quejaba de que la directora de la escuela la había humillado delante de todos sus compañeros de clase, y por este motivo ella sufría una afectación psicológica. Todo esto se originó porque la adolescente pertenecía a un grupo religioso que tiene la creencia de no venerar o hacer honores a ningún tipo de imagen. Y en este caso ella no quería hacerle honores a la bandera lo cual provocó que la directora la sacara de la formación y la mandara a su salón.

Así como estos casos, pueden existir muchos más donde el motivo principal sean las creencias religiosas y el psicólogo forense debe ser muy objetivo al momento de realizar la evaluación psicológica y sobre todo al momento de emitir su opinión profesional.

jueves, 13 de agosto de 2009

Los efectos de la prisión en las personas

Cuando una persona es ingresada a una institución carcelaria va a sufrir una experiencia traumatizante que va alterar su estado emocional de manera inevitable. Este fenómeno ha sido estudiado a lo largo del tiempo por muchos investigadores y se le ha denominado de diferentes maneras entre ellas “carcelazo”, efecto de prisionización, e incluso se ha descrito como un proceso de duelo por la pérdida de la libertad.

El término carcelazo de usa en el ámbito de las criminalística e incluso es conocido así por los mismos reclusos, Pablo Rojas afirma que: “la cotidianeidad de la cárcel “es brutal”, y que no hay nadie exento del “carcelazo”, como se le dice en el argot carcelario a la depresión producto de vivir encerrado”. En el mismo sentido Víctor A. Payá considera que: “Es usual que, cuando los familiares se retiran del penal, el estado de ánimo del prisionero decaiga. Los internos saben bien de este problema depresivo al que denominan con el apelativo de “carcelazo”.

Elena Azaola y Cristina J. Yacamán, consideran en su libro Las mujeres olvidadas que “es preciso tomar en cuenta que las mujeres que pierden su libertad necesariamente atraviesa por un proceso de duelo que se traduce en apatía, depresión, angustia y rebeldía, proceso que inevitablemente la coloca en una posición de conflicto”.

En el trabajo “Encierro y resistencia en las cárceles de mujeres en Argentina” sus autoras describen el duelo por la pérdida de la libertad, de la siguiente manera:

“La vida cotidiana, la del afuera antes del encarcelamiento, ha muerto y lo que sigue es el duelo. Un duelo que las presas describen como "muerte en vida", un prolongado período de depresión, de apatía, de angustia y de rebeldía. ¨¿Cómo sobrellevar la pérdida y soportar la angustia de esta nueva realidad que ni siquiera logra constituirse como tal para la persona? Imperceptiblemente, se pondrán en funcionamiento mecanismos de defensa con el fin de procurarse alguna forma de auto-protección. Los más usuales son las negaciones: "no voy a pedir que me traigan ropa porque me voy en dos días"; las racionalizaciones: "esto es un error, se equivocaron de persona"; y las proyecciones: ¿qué hago yo acá rodeada de delincuentes?”.
Posteriormente describen las etapas del duelo por las que pasan las mujeres en reclusión ente el choque emocional
“La primera reacción es la incredulidad. Posteriormente, sobreviene la agresividad, la rebeldía. La manipulación es lo que caracteriza a la tercera etapa, en la cual comienzan los intentos de negociación para conseguir la libertad, presionando a los allegados, a los abogados, etc. Luego, la depresión y, con ella, un sentimiento de culpabilidad, especialmente en relación a los hijos y a la familia, se apodera de las mujeres presas, que caen en la apatía, duermen todo el día o recurren a drogas. Finalmente, la aceptación es, por lo general, muy dificultosa para estas mujeres que en lo que observamos parecen recorrer repetidas veces las cuatro primeras etapas.” (sic).

Las personas que ingresan en un centro penitenciario se encontraran en un ambiente caracterizado por el aislamiento afectivo, la vigilancia permanente, la falta de intimidad, la rutina, las frustraciones reiteradas y una nueva escala de valores que entre otras cosas, condiciona unas relaciones interpersonales basadas en la desconfianza y la agresividad. Estos someten al recluso a una sobrecarga emocional que facilitará la aparición de desajustes en su conducta en el mejor de los casos, cuando no la manifestación de comportamientos francamente patológicos, sobre todo si previamente ya había una personalidad desequilibrada, en el momento de la entrada en prisión (Arroyo y Ortega, 2009).

La entrada en la cárcel pone en marcha un proceso de adaptación al entorno penitenciario, que muchos autores llaman prisionización y que se divide en tres niveles de afectación, el primero consiste básicamente en un comportamiento regresivo, inmaduro, ansioso e inestable desde el punto de vista afectivo como respuesta a la entrada a una Institución Total como es la cárcel. En caso de fallo adaptativo, un segundo estadio daría paso a verdaderos desórdenes de conducta, fundamentalmente marcados por comportamientos agresivos, aparición de un deterioro afectivo depresivo o la presencia de episodios relacionados con trastornos de ansiedad en diferentes manifestaciones, bien somatizadoras, bien en forma de episodios ansiosos agudos. En un tercer nivel de este proceso de deterioro, aparecerá una patología mental severa, con brotes psicóticos, trastornos afectivos severos, reacciones vivenciales anormales o graves crisis de ansiedad e inadaptación a la prisión, lo que aconsejaría el ingreso hospitalario del recluso (Arroyo y Ortega, 2009).

En una intervención en el ámbito carcelario no se deben olvidar cuales son los efectos de la prisionización, los cuales son observable a distintos niveles (Del Rincón y Manzanares, 2004)

- Biológico: aumentos del instinto de ataque al no ser posible la huida, problemas para conciliar el sueño, problemas de privación sexual, sensoriales (visión, audición, gusto, olfato...).

- Psicológico: pérdida de la autoestima, deterioro de la imagen del mundo exterior debido a la vida monótona y minuciosamente reglada, acentuación de la ansiedad, la depresión, el conformismo, la indefensión aprendida, la dependencia,

- Social: contaminación criminar, alejamiento familiar, laboral, aprendizaje de pautas de supervivencia extremas (mentir, dar pena, etc.).

Violencia Intrafamiliar

Al revisar la literatura relacionada con el tema de la violencia familiar, se puede encontrar uno con que diversos autores e instituciones nacionales e internacionales la han nombrado de diferentes formas, se puede encontrar cono violencia intrafamiliar, violencia doméstica, violencia de género, violencia hacia la mujer, violencia contra la mujer infringida por su pareja, etc. En el Informe del “Estudio multipaís de la OMS sobre salud de la mujer y violencia domestica” de la Organización Mundial de la salud se define a la violencia contra la mujer infringida por su pareja como “la violencia física, sexual y psíquica y los comportamientos dominantes por parte de sus parejas actuales o anteriores y comprende su situación actual de las mujeres como sus experiencias anteriores”.

En dicho informe se analiza los diferentes tipos de violencia, de los cuales se hace la siguiente clasificación:

La violencia física se define en función de la siguiente lista de actos violentos infligidos por la pareja, donde la mujer había sido:

• abofeteada o le habían arrojado algún objeto que pudiera herirla;

• empujada o le habían tirado del cabello;

• golpeada con el puño u otra cosa que pudiera herirla;

• golpeada con el pie, arrastrada o había recibido una paliza;

• estrangulada o quemada a propósito;

• amenazada con una pistola, un cuchillo u otra arma o se había utilizado cualquiera de estas armas contra ella.

La violencia sexual se define en función de los tres comportamientos siguientes:

• ser obligada a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad;

• tener relaciones sexuales por temor a lo que pudiera hacer su pareja;

• ser obligada a realizar algún acto sexual que considerara degradante o humillante.

Haciendo mención de que se puede considerar que el maltrato psíquico puede ser más devastador que la violencia física. Los actos específicos de maltrato psíquico infligido por la pareja que se mencionan son los siguientes:

• ser insultada o hacerla sentirse mal sobre ella misma;

• ser humillada delante de los demás;

• ser intimidada o asustada a propósito (por ejemplo, por una pareja que grita y tira cosas);

• ser amenazada con daños físicos (de forma directa o indirecta, mediante la amenaza de herir a alguien importante para la mujer).

Finalmente se menciona que los hombres que infligen maltratos psíquicos a sus parejas también registran un porcentaje elevado de comportamiento dominante, mismo que se presenta de la siguiente manera:

• impedirle ver a sus amigas;

• limitar el contacto con su familia carnal;

• insistir en saber dónde está en todo momento;

• ignorarla o tratarla con indiferencia;

• enojarse con ella si habla con otros hombres;

• acusarla constantemente de serle infiel;

• controlar su acceso a la atención para la salud.

En el Informe Mundial Sobre la Violencia y la Salud de la OMS, se hace un resumen, basado en datos de la bibliografía científica, las consecuencias que se han asociado con la violencia masculina en la pareja. Las cuales son presentadas de la siguiente forma:

Físicas

Lesiones abdominales y torácicas, moretones e hinchazón, síndromes de dolor crónico, discapacidad, fibromialgia, fracturas, trastornos del aparato digestivo, síndrome del colon irritable, desgarros y abrasiones, lesiones oculares, mengua de las funciones físicas.

Sexuales y reproductivas

Trastornos del aparato genital, esterilidad, enfermedad inflamatoria de la pelvis, complicaciones del embarazo, aborto espontáneo, disfunción sexual, enfermedades de transmisión sexual, entre ellas la infección, por el VIH/SIDA, aborto practicado en condiciones peligrosas, embarazo no deseado.

Psíquicas y del comportamiento

Abuso de alcohol y otras drogas, depresión y ansiedad, trastornos de los hábitos alimentarios y del sueño, sentimientos de vergüenza y culpabilidad, fobias y trastorno por pánico, inactividad física, poca autoestima, trastorno por estrés postraumático, trastornos psicosomáticos, hábito de fumar, comportamiento suicida y daño autoinfligido, comportamiento sexual riesgoso.

Consecuencias mortales

mortalidad relacionada con el SIDA, mortalidad materna, homicidio, suicidio.

lunes, 10 de agosto de 2009

LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA EN CASOS DE TORTURA

Para realizar una evaluación psicológica que tenga como objetivo determinar si una persona ha sido torturada se debe apoyar en el "Manual para la investigación y documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes" mejor conocido como "Protocolo de Estambul", el cual es, como su nombre lo indica, un manual elaborado para que los profesionistas encargados de investigar si una persona ha sido torturada, sepan cómo llevar a cabo dicha investigación.
Este documento marca las directrices para un eficaz diagnóstico de la tortura. Aquí se encuentran algunos de los pasos que deberá seguir el psicólogo para realizar su evaluación, se establecen algunos de los signos psicológicos indicativos de la tortura, se detallan algunas consideraciones a tomar en cuenta al momento de realizar una entrevista y se especifican los componentes de la evaluación psicológica.
El Protocolo de Estambul se encuentra a disposición en muchas páginas gubernamentales de Derechos Humanos.

jueves, 6 de agosto de 2009

RATIFICACIÓN DE DICTAMEN Y LA JUNTA DE PERITOS

La Junta de Peritos.

En algunos juicios podrán existir dos dictámenes de la misma materia, es decir el dictamen del perito oficial y el dictamen del perito de defensa,  en este caso dos dictámenes psicológicos emitidos uno por un psicólogo de defensa y otro por el psicólogo oficial, generalmente un dictamen es ofrecido como prueba por el abogado de defensa y el otro ha sido solicitado por el agente del ministerio público. Cuando esto sucede generalmente existirán algunas diferencias entre ambos informes y para aclarar dichas diferencias el Juez mandará llamar a a los psicólogos para que en la Junta de Peritos, ambos expongan los motivos de tales diferencias, entonces los dos tendrán su oportunidad para explicar la metodología usada para llegar a sus conclusiones y expondrán sus razonamientos para llegar a las mismas, ambos peritos se podrán hacer preguntas y en algunas ocasiones se verá el caso en que un perito tratara de demostrar que él tiene la razón y el otro perito está equivocado en sus conclusiones. Los abogados de defensa y ministerio público también podrán hacer preguntas a cualquiera de los peritos.

Finalmente, se manifestaran los puntos de acuerdo y desacuerdo y el juez podrá tomar la decisión de solicitar un perito tercero en discordia para tener mayor objetividad en el asunto estudiado.

El perito tercero en discordia.

Algunas veces, ante las diferencia técnicas, metodológicas, teóricas o de cualquier índole que pueda existir entre los dictámenes, el juez necesitará la intervención de un tercer perito, el perito "tercero en discordia", para dar su opinión profesional, para ayudarle a esclarecer el  caso analizado.

Algunas veces el juez le solicitara al psicólogo forense cual de los dos peritos esta en lo correcto y cuál de los dos está equivocado, incluso se puede llegar el caso en que se solicite al perito que analice ambos dictámenes y diga cual contiene las conclusiones más acertadas.

El psicólogo forense al intervenir como tercero en discordia, deberá en todo caso, hacer su propia evaluación psicológica  y emitir sus propias conclusiones. Se leen y analizan los dictámenes previos, pero se debe evitar caer en prejuicios motivados por alguno de dichos informes. Se debe ser objetivo e imparcial al evaluar. Se debe analizar el caso a mayor profundidad,

Es frecuente que el dictamen no contenga ninguna referencia o dato de los dictámenes previos, ni se diga cuál de los dos está en lo correcto o cual de los dos se equivocó.

Al realizar la propia evaluación y al emitir un conclusión propia generalmente estará apoyando las conclusiones de uno de los dos dictámenes previos, sin necesidad de decir que uno de equivoco u otro está en lo correcto.

miércoles, 5 de agosto de 2009

La Psicología Forense y los test psicológicos



Es casi imposible separar la Psicología de las pruebas o test psicológicos, lo mismo ocurre en la Psicología Forense, al realizar una evaluación psicológica el perito debe tener amplios conocimientos de psicometría y tests psicológicos. Al momento de planear las estrategias a seguir durante las sesiones se debe ya tener claro y preparado cuales son las pruebas que se aplicaran y sobre todo cual es su finalidad.
Sin embargo, se debe tener muy presente que las pruebas son solo un elemento más en la evaluación a realizar, no el objetivo principal. Querer fundamentar las conclusiones de un  dictamen en los resultados de determinada prueba o test psicológico es un error, pues el psicólogo debe unir todos los elementos obtenidos durante la entrevista, la observación, las reacciones emocionales y conductuales y los datos encontrados en el expediente, todo eso se debe analizar en conjunto para poder tener los elementos necesarios al momento de emitir una conclusión.
Ahora bien, las pruebas o tests psicológicos se deben seleccionar de acuerdo a las características del individuo a evaluar, su edad, su escolaridad, sexo, condición sociocultural, etcétera.
Definitivamente no se puede hacer una evaluación psicológica como si se siguiera una receta de cocina. Es un error metodológico querer aplicar siempre la misma batería de pruebas a todos los sujetos a evaluar.
Cada prueba va a tener siempre un constructo teórico, en el cual basa su medición, y por lo tanto se deben tener las bases para poder aplicar determinado test.
Al momento de determinar la batería psicológica que se va aplicar se debe tener presente qué se pretende analizar, como mínimo se aplicará un test de inteligencia, otro de personalidad, uno más para determinar el desarrollo neurológico. Y en el caso de la Psicología Forense algún inventario o cuestionario de psicopatología, el cual será de enorme apoyo para sustentar las conclusiones a emitir.
Existe mucha bibliografía sobre test psicológicos, sus nombres y lo que miden y ahondar en eso ocuparía realizar un blog exclusivo para test psicológicos. Solo basta mencionar a modo de orientación cuales son algunos de los más aplicados:
Para medir capacidad intelectual: Raven, Beta, WAIS, WISC, Terman.
Para detectar posibles disfunciones neurológicas se puede aplicar el test de Bender.
Para analizar rasgos de personalidad se tienen las proyectivas las pruebas de lápiz y papel como Machover, H.T.P, Familia, Bajo la lluvia, las proyectivas verbales de percepción TAT, o tras como las de frases incompletas, Desiderativa y Autobiografía.
Se pueden aplicar también inventarios como el MMPI-2 o el 16FP y además existe una cantidad considerable de cuestionarios que miden trastornos psicopatológicos.
Finalmente se hace la aclaración que los mencionados anteriormente son solo como ejemplo, que pueden o no aplicarse y se puede aplicar algunos otros que no se hayan mencionado. Aquí lo importante es que se conozca muy bien el constructo teórico que hay detrás de la prueba y que se maneje con total profesionalismo los resultados obtenidos de la misma.